Publicado el octubre 22nd, 2018 | por webmaster
0La potencial destrucción del mercado laboral como consecuencia de la Industria 4.0
Lo importante del entorno en el que se está gestando la adopción completa de la Industria 4.0 por parte del sector, es que el cambio que esta supone no será peligroso por su radicalidad, sino por la velocidad a la que se va a producir.
Lo más preocupante es que esta es una generación que se va a encontrar de frente con que la alternativa más popular es la automatización y la sustitución de las personas por máquinas. Bajo esta perspectiva, estaríamos llegando a una situación en la que esta generación ya no tendrá un lugar en las fábricas, no podrá hacer parte de la fuerza laboral; y sin embargo, estará muy joven para jubilarse.
Los estudios hablan de que, para el año 2030, del 30 al 40 por ciento de los empleos humanos serán reemplazados por robots, y en Estados Unidos 15.5 millones de empleos están en riesgo de perderse, solo en el sector de transporte de personas y mercancías, como ya lo ha afirmado el propio gobierno norteamericano.
Las cifras no mienten, son apabullantes, y deberían ponernos a pensar muy detenidamente en una pronta solución que nos evite consecuencias sociales catastróficas en un futuro que está a la vuelta de la esquina.
Lo cierto es que ya no podemos seguir ignorando más a este elefante, que ya hace mucho tiempo se nos ha metido en la habitación.
En mi opinión, en este escenario, las fábricas son nuestra última línea de defensa. Tenemos que hacer que nuestras fábricas sean competitivas frente a las plantas robotizadas, con el fin de tratar de contener a la mayor cantidad de personal posible dentro de nuestras compañías y así poder mitigar, al menos en parte, el potencial desastre social que podría derivarse de la automatización.
¿Qué camino podemos tomar como sociedad?
Ante este panorama, podemos hacer una de estas dos cosas:
No hacemos nada, y esto en un momento determinado estalla, dejando fuera del juego a los sectores más desprotegidos de la sociedad y aumentando así la brecha entre estos y los más privilegiados.
O, por el contrario, podemos organizarnos a nivel global, en el que se unan de una manera mancomunada instituciones educativas, gobiernos y empresas para crear un plan de transición suave, que nos permita hacer una contención de la fuerza laboral humana al menos durante un plazo mayor.
Creo que es posible que nos encontremos en un momento histórico, que probablemente sea una de las mayores encrucijadas en la historia de la humanidad. De la proporción en la que sepamos hacer la transición hacia la Industria 4.0 de una forma civilizada dependerá el juicio que hagan sobre nosotros las generaciones futuras.
¿Cuáles son nuestras opciones?
En el marco de la Industria 4.0, a las empresas se les presentan dos opciones.
La primera, que es la vía por la que seguramente están apostando muchos, es la sustitución de los seres humanos por los robots. Tomemos por ejemplo la fábrica de Foxconn, proveedora de Apple y Samsung, que ha desarrollado un plan para reemplazar 500.000 puestos de trabajo humano por robots en tres fases. La primera fase consiste en crear puestos de trabajo automatizados para las tareas peligrosas o que los empleados no quieren o no les interesa realizar, la segunda automatiza líneas de ensamblaje completas y la tercera robotiza completamente la fábrica.
A pesar de lo popular que esta medida pueda llegar a ser, como pudimos observar con anterioridad, no es la más halagadora.
Lo más fácil en estos casos es culpar al empresario, y sin embargo, no es lo correcto. Con la experiencia que me han dado los años que llevo trabajando en el sector, estoy en la capacidad de afirmar que la mayoría de aquellas personas que se sientan en las juntas directivas para determinar si una fábrica se reestructura, automatiza o cambia de lugar y a qué grado cuentan con una gran pasión por su oficio y consideran a todos sus trabajadores como parte de esa familia que al final del día constituye la compañía.
A pesar de ello, cuando las condiciones del mercado lo imponen, los empresarios muchas veces deben tomar ciertas decisiones, por duras que sean. Y aunque alguien en su ignorancia les convenciera de no automatizar, en algún momento dado tendrían que hacerlo, puesto que sus competidores no dan espera y están como leones rugientes buscando devorarles, lo que terminarían haciendo de no contar con la ventaja competitiva que a las fábricas les da la digitalización.
Aclarado lo anterior, la segunda opción, la alternativa que nosotros presentamos, es la del desarrollo de herramientas que habiliten el potenciamiento de los seres humanos dentro de las fábricas, a través del entrenamiento en metodologías de mejora continua y eficiencia industrial, así como del despliegue de tecnologías que nos permitan tener una planta altamente eficiente, con un alto nivel de conectividad, que sea capaz de fabricar productos de primera calidad con bajas o nulas tasas de desperdicio, para de esta forma poder competir contra la fábrica robotizada.
Nuestro plan de contraataque: El “Terminator bueno”
Como lo hemos acabado de mencionar, nuestra única solución a corto plazo es crear un “Terminator Bueno”, que será nuestra manera de competir contra un proyecto de sustitución masiva. Esta solución, que sin duda va a garantizarnos la permanencia y relevancia de los seres humanos en el sector industrial, pasa por dos factores a considerar:
CAPACITACIÓN Y TECNOLOGÍA QUE POTENCIE AL SER HUMANO EN LA PLANTA
Es por eso que las instituciones educativas tienen un papel tan importante en este planteamiento de futuro y se convierten en una parte fundamental de la sociedad, más si tenemos en cuenta el momento al que nos dirigimos, en el que se van a hacer más necesarias que nunca, pues son las encargadas de hacernos tomar conciencia del estado de la situación, así como de proporcionar las herramientas primordiales a esa generación futura que está a puertas del cambio.
Por otra parte, es esencial concienciar a la generación que está emergiendo sobre la capacitación, va a ser algo imprescindible. El futuro les va a exigir que estén preparados para todo este cambio de paradigma, y todo el que no esté debidamente entrenado no va a poder trabajar.
Adicional a esto, también es una prioridad ofrecer esta misma capacitación en las empresas. No bastará con que alguien solo sea capaz de trabajar en el sentido tradicional de la industria, repitiendo mecánicamente movimientos propios de un robot, pues, como hemos podido ver, eso se puede sustituir con suma facilidad: necesitamos entrenar a nuestro personal en Industria 4.0.
Y por último, debemos desarrollar tecnología que potencie al ser humano en la planta. Paradójicamente, no va a ser el sector tecnológico el que va a crear esa tecnología per se, sino que necesitamos a la gente del sector industrial, técnica, de las fábricas, para que nos proporcionen la información y los conocimientos adquiridos por la experiencia fabril que nos permitan crearla: es un proyecto de todos.
En este sentido trabajamos en iLEAN, buscando la manera más efectiva de dimensionar al operario dentro de la planta. Ahora mismo somos el icono mundial en esta línea de construcción de tecnología para potenciar al ser humano en las fábricas, no para sustituirlo.
¿Te imaginas una fábrica así? ¿Podría competir?
Si hablamos de tecnología que potencia a los seres humanos, con el software de iLEAN podemos combinar cualquier metodología de Lean Manufacturing junto con herramientas de Industria 4.0 (lo que conocemos como Lean Manufacturing 4.0) y llevarlo al entorno real de la fábrica. Si aportamos ese nuevo layer digitalizando todos los datos que consideremos útiles, de modo que en el momento que ocurra cualquier contratiempo podamos dar una respuesta rápida que nos permita evitar un desperdicio, nuestro nivel de productividad se eleva de un 70 a un 80 por ciento.
En estos momentos, para poder rivalizar tecnológicamente con la robotización de las fábricas, si configuramos una planta como la que hemos descrito, y con todo el aumento de productividad que ello supone, ya tendremos una herramienta válida ante los consejos de administración que deciden si robotizar o tomar otras vías.
Y esta fábrica sí que podría convertirse en una opción más que viable frente a la automatización masiva, más si tenemos en cuenta dos importantes factores:
La customización de productos
Por un lado, tenemos la cambiante demanda del mercado, que pide a los fabricantes tirajes cada vez más pequeños de productos, que puedan personalizarse cuanto más sea posible. Esto choca de frente con la automatización, pues los robots cuentan con poca flexibilidad para asumir estas variaciones.
Si los procesos de producción en nuestra fábrica están bien sincronizados, seremos mucho más flexibles y eficaces en este punto, lo que nos permite competir al tener en nuestra planta personal preparado y potenciado mediante la tecnología adecuada.
El error robótico
Si una fábrica totalmente robotizada no fallase jamás, no existiría la más mínima posibilidad de competir ante esta. Sin embargo, los datos nos cuentan lo contrario. El día que esa fábrica deja de funcionar por alguna razón, sus procesos de producción quedan inservibles, pues no se cuenta con un sistema alternativo que pueda cubrir ese error. Por lo tanto, se presenta un tiempo de inactividad que termina por devorarse los beneficios de esa jornada de trabajo.
Esto no sucedería en una planta donde exista el personal humano, pues en el momento que un trabajador no pueda cumplir con sus labores, siempre puede haber otra persona que le reemplace, que pueda aprender ese proceso determinado para que así la fábrica pueda adaptarse a cualquier eventualidad
En conclusión, la tendencia de tiradas cortas, junto a una mayor flexibilidad nos abre esa posibilidad de ganar esta guerra, al menos para los próximos 20 años, que es el tiempo que necesitamos para que esta generación que entra a trabajar en la Cuarta Revolución Industrial se pueda jubilar. Luego ya ganarán los robots, pero ya será en su momento un problema de modelo de sociedad, esperemos no ya de descalabro social.
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