Industria 4.0

Publicado el agosto 26th, 2019 | por webmaster

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¿Se puede construir un lazo de confianza entre la Inteligencia Artificial y los Seres Humanos?

Cuando hablamos con nuestras madres, o con cualquier persona cercana, estas pueden notar de forma inmediata cómo nos encontramos, con solo poner atención a la manera en que saludamos o a lo que decimos. En muchas de las relaciones que tenemos con la gente que está más cerca de nosotros a un nivel afectivo, hemos construido un nivel de confianza que nos permite saber cómo se siente el otro, incluso con el lenguaje no verbal.

Infortunadamente, muchos de nosotros pasamos más tiempo interactuando con la tecnología que con las personas. Sin embargo, a diferencia de cómo lo hacemos con nuestros seres queridos, la manera en que conectamos con nuestros dispositivos inteligentes es completamente transaccional. En otras palabras, tu celular no puede leer entre líneas y comprender lo que de verdad sucede contigo.

Este problema se vuelve aún más notable a medida que aumenta el uso de la Inteligencia Artificial en nuestras interacciones con la tecnología. Mientras que la IA se apropia de nuevos roles en la sociedad, como trabajar junto a nosotros, conducir nuestros autos o asistir nuestra atención médica, estamos forjando un nuevo tipo de alianza con la tecnología. Esa alianza debe derivar en un nuevo contrato social, construido en base a la confianza mutua, la empatía y la ética.

¿Puede la Inteligencia Artificial confiar en nosotros?

Todo empieza por la confianza mutua. Después de todo, no podemos trabajar de una forma efectiva o vivir con personas en las que no confiamos, o que no confían en nosotros. La situación con la Inteligencia Artificial no es diferente.

Los ejemplos de por qué es importante la confianza mutua entre las personas y la IA tienen un amplio alcance. Tomemos como ejemplo los vehículos autopilotados. A medida que este tipo de autos se siguen desarrollando, requieren de un conductor humano preparado para tomar de nuevo el control si la IA del vehículo no puede continuar navegando de un modo seguro.

Ahora, ¿cómo puede la IA confiar en que la persona esté preparada para tomar el mando, es decir, que está alerta y comprometida y no somnolienta o distraída? Los sistemas de Inteligencia Artificial necesitan tener la capacidad de comprender en verdad nuestros estados cognitivos y emocionales, en este caso, reconocer si alguien muestra signos de distracción o estados de discapacidad potencialmente peligrosos antes de confiar en él.

Lo que nos lleva a esta pregunta, ¿cómo podemos fomentar un sentimiento tan personal como la confianza en las máquinas, y cómo podemos hacerlo mutuo?

La Inteligencia Artificial como un compañero empático

Según el profesor de tecnología de Harvard Business School, Frances Frei, la empatía es uno de los elementos más importantes en el establecimiento de confianza entre las personas. Por lo tanto, quizá la empatía también es la clave en la creación de entendimiento y confianza entre la IA y los seres humanos.

El punto focal en la construcción de una Inteligencia Artificial que de verdad nos comprenda está en no enfocarnos solo en la cognición, sino en el desarrollo de algoritmos que contengan inteligencia emocional. Al igual que en las alianzas entre personas, dar a la IA la capacidad de comprender cómo un ser humano se está sintiendo es el único modo en el que un vehículo autopilotado sabrá si el conductor humano puede tomar de nuevo el volante, o un cobot entenderá si sus colegas humanos se sienten preparados para el trabajo en un día determinado.

Esto puede parecer demasiado personal o poco natural para algunos. Sin embargo, continuar avanzando en la investigación y el desarrollo de la Inteligencia Artificial no es lo que representará una amenaza para nuestros trabajos o la humanidad. El asunto, más bien, radica en qué haremos con la tecnología y cómo nuestras decisiones en cuanto a la IA transformarán el mundo.

Perfilando el desarrollo y despliegue ético de la Inteligencia Artificial

Los sistemas de Inteligencia Artificial diseñados para interactuar con los seres humanos tendrán muchos datos y sabrán mucho acerca de las personas con las que conectan. Esto hace que surja una preocupación, pues si bien la IA tiene un enorme potencial de mejorar nuestras vidas, también lo tiene para agravar la inequidad o causar daños.

A medida que creamos ese contrato social del que hablábamos al principio, necesitamos establecer estándares para el desarrollo y despliegue ético de la Inteligencia Artificial. Esto quiere decir que hemos de asegurarnos de que la IA sea construida por equipos y datos diversos, con el fin de garantizar que la tecnología no replique prejuicios inherentes en la sociedad. Además, se debe considerar la necesidad de aceptar y consentir cuando las personas interactúen con la tecnología, y priorizar la privacidad de datos.

Reconociendo lo anterior, algunas de las mentes más brillantes en el sector tecnológico, la academia y más ya están uniéndose para configurar los estándares que asegurarán que las personas utilicen la Inteligencia Artificial de una forma ética, pensando en el bien de la humanidad.

Se destacan en este sentido alianzas como Ethics and Governance of AI Initiative, de Harvard y el MIT; o Partnership on AI, que es una colaboración entre gigantes tecnológicos como Microsoft, Amazon, Google, Facebook y Apple, y start-ups como Affectiva. De igual modo, el Foro Económico Mundial da a sus líderes la oportunidad de discutir entre sí las implicaciones de la IA brindando perspectivas desde todo tipo de escenarios.

Aún hay mucho que descifrar a medida que transitamos esa relación cambiante entre los seres humanos y la Inteligencia Artificial. Pero existe una necesidad inmediata de que empecemos a enmarcar la conversación de este modo: como una alianza fundamentada en la confianza, la empatía y el entendimiento, en lugar de continuar discutiendo sobre la IA basándonos en el miedo y desarrollándola sin permitirle relacionarse realmente con nosotros.

 

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Fuente: WEF.


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