Publicado el octubre 1st, 2019 | por webmaster
0Tres habilidades humanas vitales en la era de la transformación
La humanidad ha experimentado más cambios tecnológicos y sociales en las últimas dos décadas que en toda su historia. Las cosas se están transformando de un modo tan rápido que apenas tenemos tiempo para estabilizarnos después de una ola tecnológica, antes de que otra llegue a la cubierta y nos levante nuevamente.
Es fácil ver por qué sucede esto cuando revisamos el desarrollo tecnológico en términos históricos. Tecnologías más antiguas, como el teléfono o el automóvil, fueron adoptadas por los consumidores de una forma gradual, poco a poco, y en algunas ocasiones tomó décadas. Por el contrario, tecnologías más recientes, como los celulares y las redes sociales, se esparcieron casi que de la noche a la mañana, y no pasó mucho tiempo desde su invención hasta su uso universal.
Hoy en día, cada avance tecnológico escala a una velocidad abrumadora. Ya no existe una curva de adopción, sino un cohete de adopción. Con la Inteligencia Artificial, la ingeniería genética y la robótica a la cabeza, es poco probable que este ritmo disminuya pronto. Estas tecnologías están ya disruptando los sistemas sociales, políticos y económicos, así como las normas culturales y los roles en la sociedad.
Los ejemplos de esta disrupción abundan. Muestra de ello es el impacto de las redes sociales en la elección de Brexit y alrededor del mundo, que aún no se ha entendido del todo y hace que surja este interrogante: ¿las elecciones libres y justas siguen siendo posibles? Incluso los creadores de estas tecnologías digitales las comprenden de una manera limitada, y en algunos casos pierden el control de estas cuando los algoritmos de la IA se apropian de este, como en la situación embarazosa que se suscitó cuando el incendio en Notre Dame fue clasificado inapropiadamente con un tipo muy diferente de conflagración, los ataques del 9/11.
Por otra parte, algunas veces, las escuelas acumulan tecnología y luego les cuesta darle un uso significativo para mejorar el aprendizaje. El dinero invertido en estos avances tecnológicos no se ha traducido en creación de valor a gran escala.
Hace poco, un conductor se declaró en bancarrota personal porque adquirió dos licencias para taxi en la ciudad de Nueva York por 800.000 dólares hace casi una década, y ahora con los servicios de viajes compartidos ganando popularidad, las licencias valen una fracción del precio que pagó. La disrupción puede tomar lugar muy rápido y golpearnos en la cara. Con los autos autopilotados a la vuelta de la esquina, incluso los conductores de Uber y otras plataformas similares pronto podrían enfrentarla.
Los ejemplos que acabamos de ver, provenientes de distintos sectores, resaltan la fuerza de la disrupción y la necesidad de que, como seres humanos, reconfiguremos nuestros sistemas políticos, económicos y educativos. Si crear cambio en una sola dimensión es una tarea complicada, solo queda imaginar que hacerlo en múltiples escenarios a la vez lo es mucho más. Si no empezamos por hacer un cambio en nosotros mismos, será imposible transformar los sistemas e instituciones que nos gobiernan y nos facilitan la vida.
A continuación veremos tres habilidades que debemos contemplar cultivar con el fin de tener la capacidad de hacer frente a los desafíos que se nos presenten en esta era de disrupción.
Aprendizaje
Es la habilidad y la voluntad de aprender y aplicar la efectividad en el aprendizaje para prevalecer, incluso en situaciones que nos sacan de nuestra zona cómoda. La semilla del aprendizaje continuo proviene de la curiosidad, que es la urgencia innata por el conocimiento, la chispa que nos impulsa a explorar, descubrir e inventar.
Hoy en día, a medida que envejecemos, muchos aún no logramos nutrir esa curiosidad. Sin embargo, hemos de hacerlo, e irlo mejorando a través del tiempo. Si no aprendemos, ¿cómo vamos a evolucionar? Y si mantenemos una mentalidad fija, será más difícil adaptarnos a los cambios y destacar.
Como Alvin Toffler predijo: “los analfabetas del siglo XXI no serán aquellos que no puedan leer y escribir, sino quienes no puedan aprender, desaprender y volver a aprender”.
¿Cómo puedes desarrollar una mayor capacidad para aprender?
- Sé curioso. Comienza a preguntar los porqués y hazlo continuamente.
- Explora. Intenta cosas nuevas y conecta con tipos diferentes de personas.
- Reflexiona. Cultiva la autoconciencia. Busca retroalimentación y ayuda de forma activa. Empieza a ver el fracaso como otro modo de aprender.
Un artículo de Harvard Business Review sobre “cómo mejorar tu capacidad para aprender” cita a la innovación, la reflexión, la acción y el riesgo como facilitadores de esta habilidad.
Resiliencia
Es la cualidad que te permite volver a levantarte cuando la vida te ha tirado al suelo. Te ayuda a enfrentar tus problemas y triunfar. En un mundo disruptivo, hacer frente al estrés y la catástrofe es vital, a medida que la adversidad y los nuevos retos se convierten en una constante de la vida.
La resiliencia es importante tanto a nivel personal como profesional. Para saber qué tanta resiliencia tienes, haz un test rápido en tres aspectos claves: cómo enfrentas los desafíos, cuánto control tienes sobre ti mismo, y cuánto te comprometes contigo.
¿Cómo puedes construir una mayor resiliencia?
- Practica el encuadre cognitivo. Aprende a hacer los cambios mentales necesarios para centrarte en las ventajas y no en las desventajas de una situación difícil. De este modo, como diría Mario Luna, podrás abordar cada problema con un filtro ganador.
- Evita la mentalidad de víctima. No es útil.
- Practica la meditación.
Optimismo con los pies en la tierra
Es la propensión a anticiparnos al mejor resultado posible. El optimismo con los pies en la tierra es el punto en el que el optimismo tiene una dosis saludable de realismo, y un poco de pesimismo. Los optimistas con pies en la tierra pueden tomar una emoción positiva y convertirla en una acción tangible que conduzca a soluciones realistas.
Sí, el optimismo se puede aprender. Martin Seligman, considerado el padre de la psicología positivista, introdujo el concepto del optimismo aprendido, basándose en su investigación sobre impotencia aprendida. Stanford tiene una encuesta basada en la investigación de Seligman para analizar nuestra mentalidad: el espectro pesimista-optimista.
¿Cómo puedes desarrollar un optimismo con los pies en la tierra?
- Enfócate en las cosas positivas.
- Lee sobre optimismo y rodéate de personas que tengan una mentalidad tanto optimista como realista.
- Sé consciente. La consciencia es una habilidad que acarrea muchas cosas. Por fortuna, existen muchas fuentes que te pueden ayudar a cultivarla.
A medida que nos vamos adentrando más al siglo XXI, con productos con ciclos de vida más cortos, modelos empresariales disruptados y máquinas “compitiendo” contra nosotros, nuestro coeficiente intelectual no nos va ayudar por sí solo a adaptarnos a los cambios que trae esta era de transformación digital. Una dosis saludable de inteligencia emocional y resiliencia es crítica para lograr nuestras metas.
Hoy en día, vivimos en un mundo caracterizado por la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad. En este escenario, no se trata de cuán duro caigas ni de cuántas veces fracases, lo que importa es tu capacidad para levantarte. ¿Estás listo?
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Fuente: WEF.