Publicado el enero 19th, 2019 | por webmaster
0Por qué necesitamos integrar las ciencias y las humanidades en la educación para la Industria 4.0
La potencial automatización de los empleos ha generado ciertos interrogantes, algunos muy difíciles de responder. Sin embargo, hay uno en particular que no ha recibido la suficiente atención, ¿cuál es el verdadero propósito de la educación en una era en la que las máquinas se están volviendo más y más inteligentes?
Mientras la tecnología evoluciona, cada vez es más claro que nuestros sistemas de educación actuales no están preparando a nuestros jóvenes para las oportunidades que se presentarán con los avances que llegarán de la mano de la Cuarta Revolución Industrial. Los educadores, las entidades gubernamentales, las instituciones sin ánimo de lucro y la comunidad empresarial necesitan confrontar este hecho, incluso si eso significa cuestionar prácticas y presunciones que se han mantenido durante mucho tiempo.
Mientras que los computadores continúan igualando, e incluso sobrepasando las capacidades humanas, podemos afirmar que en este momento la educación debería tener estos propósitos:
En primer lugar, y aunque parezca obvio, inculcar las disciplinas STEM de calidad necesarias para satisfacer de la manera más adecuada los requerimientos de una sociedad cada vez más tecnológica.
En segundo lugar, inculcar la comprensión cívica y ética que permitirá a los seres humanos manejar estas poderosas tecnologías con sabiduría, perspectiva y la debida consideración por el bienestar de los demás; algo tan importante como el punto anterior.
Encontrar formas mucho más creativas y convincentes de satisfacer estas dos primeras necesidades en una gama mucho más amplia de edades y situaciones de la vida de lo que tradicionalmente ha sido el caso en nuestros sistemas educativos.
La discusión respecto a la educación para el futuro se ha enfocado en las disciplinas STEM. Algo entendible y lógico si tenemos en cuenta que el valor de entrenarnos en estos temas en una era comandada por la tecnología es indiscutible. Por lo tanto, nuestra sociedad debería preocuparse por mejorar de una manera significativa la educación en habilidades STEM, sin importar la raza, la edad, el nivel de ingresos o el género del estudiante.
Sin embargo, es necesario afirmar que el enfoque creciente de nuestra sociedad en las disciplinas STEM, aunque es loable y necesario, ha generado una mentalidad que subestima otros temas que podrían ayudarnos a convertirnos en los mejores administradores de la tecnología. Esos temas incluyen humanidades centrales como la historia, la filosofía, la literatura y las artes.
La idea no es dar más importancia a uno de estos grupos de temas sobre el otro. En lugar de ello, la premisa es eliminar la dicotomía entre las ciencias y las humanidades, que cada vez más se pone en evidencia como algo inútil. Para ser los mejores profesionales en esta nueva época, necesitamos ambas, y precisamos integrarlas como nunca antes.
En resumen, lo que realmente necesitamos son ingenieros genéticos que hayan absorbido profundamente Un Mundo Feliz, de Aldous Huxley, e historiadores que sean capaces de un análisis de datos sofisticado. Las ciencias tienen cada vez más para dar a las humanidades y viceversa.
La ocasión para tal integración se puede extraer directamente de los encabezados. Por ejemplo, una y otra vez en los últimos años, hemos visto a ejecutivos expertos en tecnología cometer errores al interactuar con una sociedad más amplia en temas complejos y delicados como la privacidad del consumidor y la integridad del sistema político.
La lección es clara, para que la tecnología pueda cumplir su promesa de mejorar la calidad de vida humana, necesita una brújula cultural y moral. Por mucho tiempo, las disciplinas que instauran esa brújula, es decir, las humanidades, han sido desechadas por considerarlas anacrónicas, cuando en realidad pueden ser precisamente las que nos permitan hacer el mejor uso de esas tecnologías cada vez más potentes.
Necesitamos ser mucho más enfáticos en hacer de la unión entre las ciencias y las humanidades una realidad. En lugar de ser un agregado a nuestro sistema de educación actual, debería convertirse en el concepto alrededor del cual este sistema es entendido y organizado.
Por otra parte, la idea de que nuestra educación formal debe terminar al cumplir de 22 a 25 años está completamente desfasada ahora. Mientras la tecnología va cambiando de una manera cada vez más rápida (y con el hecho de que los humanos viven vidas más largas y trabajan a edades que van mucho más allá de las tradicionales de jubilación), la necesidad de una escolarización y modelos de capacitación flexibles y receptivos es álgida.
Por ejemplo, podemos y debemos dejar de asociar a los universitarios con jóvenes entre 16 y 25 años. Las universidades del futuro verán estudiantes entre los 40 y 60 años persiguiendo nuevos títulos, además de adolescentes precoces que ya han demostrado pericia en algunos temas a través de cursos online.
Estos son solo algunos ejemplos de los cambios que el sistema educativo necesitará absorber para asegurar que las personas estén realmente preparadas para la Cuarta Revolución Industrial.
Nuestra posición respecto a la tecnología es optimista. Incluso si esta se vuelve más poderosa que nosotros, podemos seguir siendo los dueños de nuestro propio destino si como seres humanos nos preocupamos por educarnos para afrontar este desafío de la mejor manera.
Publicamos nuevo contenido todos los días, no olvides seguirnos en nuestras redes sociales, Facebook, Twitter y LinkedIn para recibir nuestros artículos más recientes de primera mano.
*Fuente: World Economic Forum.